jueves, 2 de abril de 2009

extrañamos tanto al negro

Hoy no se cumple el aniversario del nacimiento ni de la muerte de Roberto Fontanarrosa. Es mas ni siquiera se cumple un punto medio de ninguno de estos acontecimientos. El “ negro” ,como le decían todos, nació en noviembre de 1944, un día 26 para ser más exactos, en la ciudad de Rosario. Ese mismo ser, mas grande y al final del desarrollo de una esclerosis múltiple, murió el 19 de Julio de 2007. No llego a los sesenta y tres años, pero vivió los 62 y pico que le tocaron haciendo lo que mas le gustaba hacer y por suerte su profesión también nos gusto a nosotros. Fontanarrosa no solo nos hizo reír, el “negro” nos hizo reír en una forma tan sutil que nos dejo pensando. Además realizo esto con dignidad y en cuotas diarias. Es todavía hoy difícil llegar a la ultima pagina del Clarín y que Fontanarrosa no esté allí. Parece surrealista que no nos pueda acompañar mas en el café. Por esa razón decido recordarlo hoy al gran Fontanarrosa, hoy que no es ningún día en particular sino solo un día en el que siento la falta de su genio. Cuando digo genio no me refiero simplemente a capacidad para destacarse en una cosa. Eso más que genio es capacidad, o aptitud. Fontanarrosa era un genio de la cultura popular argentina. Además de esto, Fontanarrosa quedo plasmado en papel como un genio del estilo renacentista. Se animo a la mayoría de los géneros literarios ( la poesía la dejo de lado) y en todos supo cosechar elogios. El “negro” que todos conocemos, el hombre con el que todos nos tomamos el implícito mate de las mañananas, es el señor barbudo y calvo que se dedico al humor grafico y que forjo su estilo de dibujo en la publicidad. Este hombre de aquí es ese que no se recibió de la secundaria, quien mas tarde en una entrevista iba a declarar que no podía entender como carajo se acordaba de la formación de platense cuando no podía recordar quienes eran los aliados en la segunda guerra mundial. Frustrado con su incapacidad institucional Fontanarrosa se decido a trabajar e ingreso a una compañía publicitaria. Ahí forjo su estilo de dibujo y poco a poco se fue abriendo camino en el mundo del periodismo grafico y los comics. En ese “negro” que todos conocemos encontramos al genial Inodoro Pereyra, el Renegau quien decía que lo pario y tenía en el perro Mendieta a su fiel compañero. También están los recuadros únicos en el Clarín y las predicciones de la Tía Rosa. Todos estos personajes son parte de la cultura general Argentina y no tiene sentido excrutiñarlos en demasía. Sin embargo hay un Fontanarrosa que no se experimenta tanto y es una lástima, este es el Fontanarrosa cuentista; el rosarino disfrazado de novelista del desparpajo, el Fontanarrosa conferencista y el “negro” más negro que nunca de Boggie el Aceitoso. No es que nadie sepa que Fontanarrosa escribe cuentos, es más mucha gente tiene o ha recibido un libro de cuentos de Fontanarrosa. Sin embargo pocos los leen, o no la suficiente gente lo disfruta.
Soy el primero en aceptar que la tradición de cuentistas Argentinos es demasiado grande como para proclamar a Fontanarrosa como el gran cuentista Argentino. Sin ir más lejos el mejor escritor Argentino de todos los tiempos ( Jorge Luis Borges) tiene una excelsa labor como cuentista. Lo que si me permito decir es que Fontanarrosa es mi cuentista favorito. Si me ponen en frente una biblioteca con los grandes cuentistas de todos los tiempos y allí incluyen un libro de cuentos de Fontanarrosa ,seguro que elijo el libro del “negro”. No es porque los otros no me gusten pero el rosarino me parte el bocho, la forma de tocar tantos temas, la capacidad de hacerlo sentir a uno como si estuviese sentado en esa misma mesa del café “El Cairo” es inigualable. Por sobre esto, Fontanarrosa representa una revolución lingüística, en su cuento “ te digo más” la primera frase dice: “ te conté la del gordo Luis cuando casi muere preso del capitalismo salvaje”. La literatura no suele moldearse así, el escrito muchas veces se aleja de los vaivenes y las callosidades del habla, pero el “negro” no hacia eso. Lo que el rosarino hacia era reproducir el habla más pura, recrear hasta el mas mínimo efecto y plasmarlo en la pagina. En su genial cuento “no te enloqueza lalita” leemos como se putean entre dos jugadores de futbol en un partido y la reproducción es tan exacta como la vida misma. Sin embargo, los mejores cuentos de Fontanarrosa tienen un estilo similar al de Raymond Carver, en estos cuentos Fontanarrosa guarda la sorpresa para el final, el cuento siempre tiene un guiño escondido. A veces los expertos en el humor del gran rosarino pueden adivinar el guiño pero tienen que seguir leyendo. Dos ejemplos de esta realidad se dan en los cuentos “Mama” y en “Entreteniendo a Lito”. Ambos cuentos están narrados en primera persona; en el primero el narrador nos empieza a comentar de los problemas que tiene su madre y dice que ella siempre tuvo problemas con el trago pero que eso no le complico la vida. Luego el narrador avanza la idea de que su madre tuvo problemas con el tabaco pero esto tampoco es el causante de su malestar, la tercera teoría que avanza es que su madre era una gran adicta al juego, sin embargo ninguna de estas teorías explica los malestares de la madre. Por último el narrador se encuentra con el doctor de su madre quien le confiesa saber la raíz de los dolores de su madre, aquí le explica que su madre es una ninfómana. Sin embargo el narrador no sabe el significado de la palabra, por esta razón decide acordarse de su madre como una persona amorosa y atenta. En “Entreteniendo a Lito” el narrador es un jugador que nos cuenta como lo pasa a buscar a Lito todos los sábados y como hace para entretenerlo, que métodos usa para aguzar el ingenio y no traicionar al bolsillo y la capacidad de absorción de Lito antes las más pequeñas cosas. Hasta aquí podemos pensar que Lito es un niño cualquiera o un hijo del narrador quien, divorciados sus progenitores, está pasando un fin de semana con su padre. De sopetón el narrador despeja esta duda diciendo que lo saca a pasear a Lito porque nunca ha tenido hijos, cuando escuchamos esto nos empezamos a imaginar a Lito como un nene, pero el narrador de nuevo nos arranca de esta idea con indicios de una situación distinta. Se nos explica que a Lito también le gustan el azar y sus juegos y que él fue un poco el mentor del narrador en lo que concierne a las apuestas. En ese instante el narrador devela el misterio, Lito tiene ochenta y dos años pero es como un nene y se comporta como un nene. Nosotros como lectores no tenemos más que comportarnos como nenes grandes, no podemos hacer más que aplaudir ante la genialidad narrativa de Fontanarrosa y tomarnos un segundo la cabeza. Así es el Fontanarrosa cuentista, un perfecto simulador de la realidad y una persona que recrea las imágenes de lo cotidiano con una simpleza y similitud que anonadan a cualquiera. El Fontanarrosa novelista es otra cosa.
El “negro” comento en muchas entrevistas que él tuvo la suerte de descubrir desde temprano su ineptitud para el futbol. Esto lo ayudo a desarrollarse en lo segundo que más le gustaba que era el dibujo y la escritura. Con las novelas lo que Fontanarrosa hizo fue nada más que una incursión, una subida al estilo de un lateral brasileño que le permitió sacarse el gusto y divertirse un rato. Así como en sus cuentos todo es milimétricamente calculado, en sus novelas la lengua se deja llevar por el desparpajo y la exageración. Dos de sus novelas incluyen al detective o contraterrorista Bestseller, quien representa una argentinidad increíble para un personaje no Argentino. Bestseller es arrogante, pícaro, mañoso y corajudo. Tan corajudo que en El Área 18 el técnico del equipo de futbol lo llama a jugar por su férrea marca y su fuerza. En “La gansada” Fontanarrosa se ríe del mundo artificial de Miami y lo hace en gran manera pero allí termina su excursión. Las tres novelas de Fontanarrosa tienen un aire más dispersado y esa es la intención, el “negro” las pensó como buena literatura de aeropuerto y eso es lo que uno obtienen, un libro que es mejor leer en un avión pero que se aguanta los embates de la lectura seria que uno le daría a un libro de entrecasa. En las novelas lo que Fontanarrosa también busco hacer es alejarse un poco del costumbrismo tan suyo, lo logro, pero no con tanta grandeza como lo hizo con Boggie el Aceitoso.
Boggie el aceitoso es la expresión más cosmopolita de Fontanarrosa y también la que lo hace mas argentino que nadie. Su matón de sobretodo y pistola es una oda a la mayor negrura de los lares de Hammet o Chandler. El hombre hace la suya como todo antihéroe y no le gusta que le digan que hacer. Esta oda al policial negro es una muestra de lo autodidacta que era Fontanarrosa. El rosarino rescata en cada cuadro lo mejor del policial negro y lo pone al servicio de su plumín. Esta actividad es hecha con tal exactitud y estudio que uno se da cuenta que al margen de no haber terminado tercer año Fontanarrosa era un tipo culto. El hombre se hizo culto por su cuenta, leía mucho y escribía mucho, se mejoraba día a día siendo preso de una metodología exigente y productiva. Esta metodología y esta búsqueda por mejorarse, hizo de este hombre que no tuvo formación académica de renombre, el hombre más elogiado del congreso de la Lengua de 2004. Aquí el negro se presento junto a académicos como Savater, Beatriz Sarlo, etc. Todos estos académicos no estuvieron a la altura de la disertación de Fontanarrosa. La disertación de Fontanarrosa fue inventiva y genial ya que avoco por la defensa de las malas palabras. En su discurso Fontanarrosa dijo cosas como que “ mierda es una palabra fundamental” y que el mundo necesita las malas palabras. Aquí quedaron todos los intelectuales rendidos ante este rosarino que no paso de tercer año pero sin embargo lucio mas letrado que doctores y académicos. Este hombre que nunca dejo de vivir en su Rosario natal pero se hizo famoso a través del mundo. El parroquiano que al margen de tener Amigos con la Talla de Joan Manuel Serrat nunca se alejo de sus “galanes” del bar “El Cairo”. Ese fue, es y será Fontanarrosa, el que se dio a conocer para muchos en el diario con sus personajes y sus chistes; el hombre a quien otros tantos descubrimos en sus facetas un poco mas ocultas de cuentista, novelista, conferencista o recreador de la historieta negra. Sin embargo queda siempre el hombre, el que ahora se ríe en el cielo y sufre y grita con su central al que nadie vera nunca más desde su silla que fue arrancada del estadio. El hombre de quien nos hicimos conscientes de su muerte el día del amigo, si justamente la noticia de la muerte de él, del amigo implícito de todos, fue anunciada el día del amigo. Yo lo extraño, creo que todos los extrañamos un poco, cada vez que oteo la contracara de clarín y no están sus chistes siento el vacio, cada vez que leo un cuento de él y sé que no va a haber más pequeñas obras maestras el corazón me da un vuelco, cada inauguración de la feria del libro sin poderlo escuchar es más aburrida. Es que es así nomas, lo extrañamos tanto al negro que a veces nos olvidamos de su legado y en vez de reír queremos llorar.

1 comentario:

Experiencia dijo...

Que buen recuerdo,che, el negro se me hizo carne, y yo tambien lloro porque alla, donde esta, me queda lejos.