sábado, 18 de octubre de 2008

Diferentes posturas en diferentes latitudes

Cuando nos fijamos en el producto bruto interno de Japón y de la Argentina podemos notar amplias diferencias. El país del sol naciente se ubica cuarto en el mundo detrás del monstruo norteamericano y dos titanes actuales de la economía desarrollista, que son ni más ni menos que China e India. Allí en el cuarto puesto se ubica Japón luego de haber estado por muchos años en el segundo puesto, e inclusive luego de haber amenazado por un tiempo con derrocar la soberanía yanqui en la tabla de riquezas. En este campo la Argentina se ubica (no sin sorpresas y sospechas[1]) en el puesto decimo noveno. La diferencia de recaudación entre un país y otro por año es de aproximadamente tres mil quinientos millones de dólares y la proyección parece indicar que esta brecha se mantendrá o se agrandara, lo cual es lamentable pero al mismo tiempo predecible. Cuando examinamos el producto bruto per cápita Japón ya no parece tanto una potencia, allí Japón se ubica en el puesto 21, nuestro queridísimo país aquí se ubica en un respetable y extremadamente sospechoso puesto 50. Un japonés promedio gana aproximadamente el doble de lo que gana un argentino promedio, o eso al menos dice el fondo. Las calles nos dicen otra cosa, lo más probable es que un argentino pseudorico gane lo mismo que lo que gana un sol naciente del montón. Esta verdad callejera no estadística nos hace recordar al negro Olmedo y gritar con él: ¿por qué a algunos tanto y a otros tan poco? Lo que se esconde principalmente detrás de esta pregunta humorística es otra pregunta, la pregunta, que se puede formular en cualquier mesa de café, dice: ¿Que tienen estos ponjas?
La primera respuesta a esta pregunta interesada e interesante puede ser simple y errada. La respuesta seria que los japoneses no tienen nada, que tienen muy pocas riquezas naturales, que viven en una islita de la que se caen ya que tienen una población tres veces mayor a la nuestra y que están en donde están de pedo. Lamentablemente para muchos argentinos que deciden usar el azar como excusa para no tratar de desarrollarse a su máximo potencial, los japoneses no están allí de pedo. Los japoneses están donde están gracias a su mentalidad y a su esfuerzo. Japón casi no tiene riquezas naturales, es más, la única riqueza natural que tiene es su población. Su superficie es pequeña y se encuentra en el puesto 61 de las superficies mundiales. Como si esto fuera poco, parte de su superficie está conformada por zonas inhabitables. La distribución demográfica es casi tan mala como la nuestra contando con un diez por ciento de su población en la ciudad capital[2]. La gran diferencia aquí es que en Tokio esto funciona, al margen de que las calles estén atestadas de gente y caminar una cuadra sea más difícil que cruzar el desierto. En Tokio la superpoblación funciona porque Japón es un país de una mentalidad homogénea, un país donde se valora el laburo y el esfuerzo y se aspira a la excelencia.
Los autos japoneses son comprados alrededor del mundo por que inspiran confianza. Este año sin ir más lejos Toyota supero en ventas a General Motors y lo hicieron si ofrecer ni la más mínima promoción. General Motors comenzó el año de promoción en promoción ofreciéndoles la luna y las estrellas a sus potenciales compradores. Toyota no hizo nada, no promociono ninguna oferta, ningún plan de financiación milagroso fue gritado a los cuatro vientos ya que no fue necesario debido al hecho de que Toyota tiene un producto que es confiado por todos. Lo más importante es que Toyota es la automotriz de hoy en día que mas desafía las leyes del mercado. En un mercado en el que se hacen autos para comprar y cambiar a los dos años Toyota sigue yendo contra la corriente mientras ofrece carros que pueden llegar a durar por veinte años. Este respeto por el cliente hace que el mercado de Toyota sea más amplio que lo esperado proveyéndole así un mayor número de ventas que ninguna otra empresa automotriz. Toyota es el ejemplo más claro de un país que gana su abundante capital a partir de lo que en inglés se denomina The Most Valuable Commodity You Could Have[3]. Esa riqueza es la de las mentes japonesas que fomentan una ideología de trabajo duro y de respeto al cliente mediante la excelencia del producto ofrecido.
Ahora estudiemos las características geográficas de nuestro país. Gracias a varios tironeos; dimes y diretes y alguna que otra guerra con nuestros vecinos de Chile nuestro país posee hoy la octava superficie más grande del mundo. En esa superficie hay una distribución demográfica lamentable, que a diferencia de Japón se debe a las fallas gubernamentales en promover la economía fuera de las cuatro o cinco provincias más importantes. En esa amplia superficie la argentina cuenta con varios recursos naturales, muchos de los cuales han sido comprados por capital extranjero y se manejan por ellos. Además cuenta con un amplio sector agropecuario que es lo que conforma gran parte del orgullo del país. Las riquezas más conocidas de la argentina son sus carnes y los jugadores de futbol. Mas allá de eso, la argentina es vista afuera como un país lleno de pedantería y corrupción. Lamentablemente las visiones de afuera se basan y se centran en los gobernantes. La Argentina es un país gobernado con pedantería y corrupción. Es esta misma pedantería y corrupción transmitida desde los foros gubernamentales la que impide el desarrollo del gobierno. La Argentina crece es verdad, pero no se desarrolla; no se desarrolla porque los gobernantes roban y hacen creer que está todo bien y no se desarrolla porque moralmente la Argentina está en un coma intensivo hace veinte años. La Argentina vive en una política de sálvese quien pueda en la que predomina una frase, un lema popular que dice: Garca o serás garcado, traiciona o serás traicionado, apuñala por la espalda o serás apuñalado. La Argentina, sobre todo y en su mayoría Buenos Aires, es un país en el cual ser el moralmente correcto está detrás en la cadena evolutiva y esto nos fuerza a hacernos una última pregunta que dice así: ¿Entonces qué pasa?
Lo que pasa es que la Argentina pierde. La Argentina es un país con la potencialidad para ser un país en el podio de la economía mundial pero se queda en el no intento. La Argentina pierde porque no puede tener una ideología ganadora, sus gobernantes no se lo permiten ya que si uno se esfuerza el gobierno se lo quita. En Japón con nada más que una ideología de respeto y trabajo duro se llego a los primeros planos de la economía mundial. En la Argentina con una ideología de trampa y viveza, con una ideología Atajista se llegó a ser mucho menos de lo que podríamos ser. Los japoneses trabajan como locos durante todo el año, su promedio de vacaciones anuales es de algo así como 15 días. En esos quince días el japonés se harta de sacar fotos para acordarse de lo que es el descanso. El constante flash de las cámaras niponas de última generación hace a los japoneses centro de burla en todos lados donde vacacionan. El japonés de viaje se escapa de la rutina y es burlado. El argentino de vacaciones es pedante como siempre, esto genera odio entre la gente que lo rodea y un prejuicio que sigue in crescendo año tras año. Así de abismal es la diferencia, cuando el japonés se aleja de su rutina genera una nota de color, cuando el argentino se queda en personaje genera odio y prejuicio. Me parece que es mejor que cambiemos de ideología y de personaje ya que el odio no construye un país, simplemente lo demuele y lo convierte en humo y cenizas, justo en un país que quiere que su capital esté libre de humo.
[1] Los índices han sido sacados de la tabla manejada por el FMI pero por ahí a los indicadores del gobierno se les chispoteo algún numerito como con los precios del Indec)
[2] Si usted se pregunta cual es un buen porcentaje hágase a la idea que Washington DC tiene básicamente menos del uno por ciento de la población total de los Estados Unidos.
[3] La riqueza más valiosa que uno puede tener.

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